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LA RESILIENCIA COMUNITARIA EN SITUACIONES CATASTRÓFICAS Y DE EMERGENCIA

Actualizado: 10 ene 2020

Autor: Juan de Dios Uriarte Arciniega


EL SIGNIFICADO DE LA RESILIENCIA




El término resiliencia es probablemente uno de los que más crecido en las últimas décadas. Google identifica 267.000 registros con el término en español, Resiliencia, y 8.760.000 con el término en inglés, Resilience. Cerca de 4.000 se obtienen con las palabres exactas de búsqueda “resiliencia comuniatria” y más de 85.000 registros se obtienen a partir de “community resilience”. Otras combinacionesde términos relacionados proporcionarían muchos más registros.






El término resiliencia procede del latín, de resilio (re salio), que significa volver a saltar, rebotar, reanimarse. Se utiliza en la ingeniería civil y en la metalurgia para calcular la capacidad de ciertos materiales para recuperarse o volver a su posición original cuando han soportado ciertas cargas o impactos que los deforma. Por extensión, la resiliencia podría representarse como la modificación que sufre un objeto que recibe un impacto (una pelota lanzada contra una pared), la capacidad para sobreponerse y en ocasiones para salir lanzada (rebotada). En ecología el término describe la capacidad de ciertos ecosistemas para absorber y adaptarse a los cambios, manteniendo su estado habitual de funcionamiento. Las ciencias sociales incorporaron el término a partir de los años 80 para describir a personas capaces de desarrollarse psicológicamente sanos a pesar de vivir en contextos de alto riesgo, como entornos de pobreza y familias multiproblemáticas, situaciones de estrés prolongado, centros de internamiento, etc. Se refiere tanto a los individuos en particular como a los grupos familiares o colectivos que son capaces de minimizar y sobreponerse a los efectos nocivos de las adversidades y los contextos desfavorecidos y deprivados socioculturalmente, de recuperarse tras haber sufrido experiencias notablemente traumáticas, en especial catástrofes naturales, epidemias, guerras civiles, deportaciones, campos de concentración ( Rutter, 1993, Werner, 2003).

Esta característica de las personas y de los pueblos ha estado presente seguramente desde los orígenes de la especie humana, pero no ha sido hasta los años ochenta cuando se le ha analizado científicamente. Los historiadores la han reflejado al describir las maneras en que las personas y los pueblos afrontan las adversidades y progresan culturalmente. Digamos que desde siempre las personas han tenido enormes mecanismos de resistencia a la adversidad, ha sido capaz de superar situaciones muy difíciles y tal vez por eso ha evolucionado tanto (Rojas Marcos). La idea de la resiliencia ha reforzado la perspectiva más actual, contextual y sistémica del desarrollo humano a nivel individual y social. Afirma que una vida difícil, precaria y conflictiva no conduce de forma inevitable hacia la desadaptación y los trastornos psicológicos. Frente a los determinismos biológicos y medioambientales, la perspectiva de la resiliencia destaca la complejidad de la interacción humana y el papel activo/protagonismo del individuo en su desarrollo. Del mismo modo, insiste en que los contextos desfavorables y las catástrofes colectivas no afectan a todas las personas por igual: las personas responden de manera diferente a los conflictos y al estrés. La resiliencia no está en los seres excepcionales sino en las personas normales y en las variables naturales del entorno inmediato. Por eso se entiende que es una cualidad humana universal presente en todo tipo de situaciones difíciles y contextos desfavorecidos, guerra, violencia, desastres, maltratos, explotaciones, abusos, y sirve para hacerlos frente y salir fortalecido e incluso transformado de la experiencia (Vanistaendel, 2002).

Existen diversas definiciones de la resiliencia que se pueden agrupar en tres categorías.

A.- La Resiliencia como estabilidad. Entiende la resiliencia como RESISTENCIA, o la capacidad de permanecer integro frente al golpe o de soportar una situación difícil, de ser capaz de vivir y desarrollarse con normalidad en un entorno de riesgo que genera daños materiales y estrés. También se entiende como resiliencia la capacidad de asimilar /absorber daños de cierta magnitud y a pesar de ello permanecer competente.

2.- La resiliencia como recuperación. Se refiere a la capacidad para volver al estado original, tener una vida significativa, productiva, de normalidad, después de alguna alteración notable o daño debido a alguna situación adversa. Aquí se incluye la dimensión temporal en la superación de las dificultades. Una persona o colectivo que se recupera con prontitud sería considerada más resiliente que aquella otra que necesita más tiempo o la que difícilmente se recupera a pesar del tiempo transcurrido. La perspectiva de la resiliencia parte de la idea de que todas las personas y los grupos humanos tienen dentro de sí elementos que le llevan a su desarrollo, a la normalidad, al equilibrio cuando estos han sido alterados.

3.- La resiliencia como transformación.

Implica una dimensión más compleja según la cual las personas son capaces de resistir, proteger su integridad a pesar de las amenazas y además salir fortalecidas, transformadas positivamente por la experiencia. Incluye los procesos de regeneración, reconversión, reorganización personal y en su caso social, la apertura a las nuevas oportunidades surgidas a raíz de la crisis (ecológicas, industriales). Esta perspectiva enfatiza las capacidades de las personas para la adaptación a los cambios, la capacidad de aprender, la creatividad, la orientación hacia el futuro, las fortalezas y oportunidades, más que los peligros y las debilidades. En algunos casos los desastres pueden llevar a ser oportunidades para cambiar o mejorar las deficientes condiciones de vida de los afectados (Olabegoya, 2006).

LA RESILIENCIA COMUNITARIA

Con un origen latinoamericano, donde a los desastres naturales se ha añadido la pobreza y la desigualdad, la resiliencia comunitaria es aún un concepto más reciente que la resiliencia individual y se refiere a aspectos de afrontamiento de los traumas y conflictos colectivos por los grupos humanos, en los cuales influyen otros aspectos psicosociales además de las respuesta individual al estrés.

La comunidad se entiende que es una entidad social con mayor significado que el número de personas localizadas en un territorio. Son individuos que además de eso mantienen entre sí relaciones humanas y económicas, comparten ideas, valores, costumbres, metas, instituciones y servicios con distinto grado de conformidad y de conflicto. Estas variables determinan en gran medida tanto las fortalezas como la vulnerabilidad, y consecuentemente también inciden en el impacto social de los desastres y catástrofes y en la capacidad de afrontamiento, recuperación y transformación posibles.

La resiliencia comunitaria se refiere por lo tanto a la capacidad del sistema social y de las instituciones para hacer frente a las adversidades y para reorganizarse posteriormente de modo que mejoren sus funciones, su estructura y su identidad. Identifica la manera en que los grupos humanos responden a las adversidades que como colectivo les afectan al mismo tiempo y de manera semejante: terremotos, inundaciones, sequías, atentados, represión política y otras, al tiempo que muestra cómo se desarrollan y fortalecen los recursos con los que ya cuenta la comunidad. Comprende tanto los recursos tangibles, es decir los recursos materiales, humanos o procedimentales que protegen a los individuos y compensan las debilidades, como los intangibles, aquellos que capacitan para sobreponerse a las dificultades y para lograr una adaptación exitosa. Se refiere más a las capacidades inherentes de la comunidad que se movilizan ante los desastres que a los recursos externos que pudieran lograr (Maguire and Cartwright, 2008).

Suárez Ojeda et al., (2007) señalan que la resiliencia comunitaria “es la condición colectiva para sobreponerse a desastres y situaciones masivas de adversidad y construir sobre ellas”. Algunas comunidades se ponen a combatir las adversidades y son capaces de superar las dificultades mientras que otras se llenan de abatimiento y desesperación. Estas diferencias de afrontamiento solo se pueden explicar por la existencia de diferencias de tipo social, cultural, relaciones grupales previas o condiciones sociopolíticas diferentes.

La resistencia a los que tratan de invadirles o expulsarles de su territorio, la solidaridad en situación de crisis económica (hambre, pobreza, desamparo, paro, etc.), la respuesta conjunta y desinteresada a situación de emergencia (inundaciones, terremotos, derrumbamientos), el apoyo humano a las víctimas de conflictos sociopolíticos (víctimas de guerra, de atentados, desplazados, refugiados) han sido circunstancias habituales en muchas sociedad a la largo de la historia. Cuando ocurren situaciones de crisis, desastres y calamidades en muchas personas afloran sus cualidades más positivas, aquellas que incluso creían desconocer, se apresuran a la reconstrucción de la ciudad o los servicios, a actuar a favor del beneficio colectivo. Y en estas situaciones algunas sociedades han sido transformadas positivamente.

Las primeras reacciones de las personas antes situaciones percibidas como perjudiciales, de peligro a la colectividad, no son necesariamente negativas o desadaptativas, no se produce necesariamente el “caos social” (San Juan, 2001). También hay frecuentes comportamientos de afrontamiento positivo, de cooperación, de ayuda mutua, aun cuando no hay orientaciones predeterminadas o son insuficientes.

Las personas también se comportan de manera ordenada, a pesar del caos inicial, ayuda a la víctima de al lado aun cuando uno mismo tenga daños, las crisis emocionales no son las más frecuentes y el miedo y la rabia no llevan automáticamente a la desesperación y la huida, si esta no es necesaria.

Pronto captan las orientaciones de alguna autoridad o persona que asume algún tipo de liderazgo. Los saqueos, robos y agresiones no son los más frecuentes, aun cuando son los más difundidos por la televisión, y con frecuencia obedecen a conflictos sociales, étnicos o estados carenciales que les afectaban con intensidad y con anterioridad a la crisis (Páez, Fernández y Martín, 2001). Una minoría se ve afectada por el llamado estrés postraumático mientras que la mayoría de las víctimas demuestra una aceptable capacidad absorción del golpe. A la desorientación inicial que un atentado terrorista produce y al incremento de la vulnerabilidad, enseguida se contraponen conductas de autoafirmación como mecanismo de compensación: exaltación de valores propios, aumento de la participación política, luto generalizado, actos de homenaje y de recuerdo de las víctimas, etc.

En realidad la resiliencia comunitaria no es una intervención específica o delimitada a responder a un determinado acontecimiento adverso. Es mucho más que eso. Es la capacidad por parte de la comunidad de detectar y prevenir adversidades, la capacidad de absorción de una adversidad impactante y la capacidad para recuperarse tras un daño, esto es en definitiva lo que define a la resiliencia comunitaria (Twigg, 2007). Se construye en el día a día, cuando las personas se implican en mejorar las condiciones medioambientales de su comunidad, participa en la reducción del cambio climático, en el consumo responsable, en la implantación de los derechos humanos y la justicia social, en la resolución no violenta de los conflictos, etc.

RESILIENCIA Y VULNERABILIDAD SOCIAL



Cuando en la década de 1980 se introdujo el concepto de resiliencia el concepto vigente más cercano era el de la invulnerabilidad. M. Rutter (1993) subrayó algunas diferencias entre invulnerabilidad y resiliencia. A diferencia del concepto de invulnerabilidad que aparece como una característica intrínseca, estable e inmutable, la vulnerabilidad y la resiliencia nunca son cualidades generales, permanentes y completas de las personas ni de los grupos puesto que puede variar según sea el tipo de desastre o adversidad, según las circunstancias en las que se encuentre los individuos. Una misma comunidad puede resistir y hacer frente a ciertos conflictos pero no a otros, de igual modo que en algún momento de su vida pudo ser resiliente y pasado el tiempo tal vez no. Es improbable que alguien sea resistente a cualquier problema y en todo momento. Por eso toda vulnerabilidad y resiliencia son específicas y locales. La resiliencia implica una cualidad inestable, dinámica, que se desarrolla, que se crea en el tiempo y se mantiene en la dialéctica de las personas y el contexto.

LA RESILIENCIA COMUNITARIA EN SITUACIONES CATASTRÓFICAS Y DE EMERGENCIA

Las actitudes desarrolladas en el pasado y en el presente son un buen pronóstico de lo que puede ocurrir en el futuro. La eficacia colectiva, entendida como la creencia de poder actuar conjuntamente y lograr el efecto esperado, se ha ido configurando en la historia de cada comunidad y tiene la virtud de dar un sentido de compromiso activo del individuo con su grupo de pertenencia (Sampson, 2003, en Tejeda, 2006). Las actividades de colaboración, solidarias y humanitarias tanto para con sus conciudadanos como las experiencias de ayuda extracomunitaria son la base de cultivo para actuar de la misma manera ante situaciones excepcionales y de emergencia social. Por otro lado, la experiencia de superar juntos las dificultades propias de un desastre puede contribuir a desarrollar vínculos sociales significativos entre los implicados, señas de pertenencia e identidad colectiva nuevas (Martinez-Taboada y Arnoso, 2001).

La participación bien sea directamente o través de los representantes en los procesos comprensión de los riesgos próximos y distales, en la planificación de las respuestas necesarias y posibles, hace que las personas se impliquen de manera más consistente. Cuando las personas sienten que se cuenta con ellos no solo para los trabajos “duros” sino para aquellos que son conforme a su capacidad de pensar y emitir juicios son más proclives al esfuerzo y al sacrificio. Si uno no es conocedor de los peligros potenciales y en todo caso siente que la solución estará en manos de otros, difícilmente se involucrará en la prevención, la auto-protección y la respuesta a las crisis y emergencias.

Las experiencias habidas de respuestas positivas a las adversidades en tiempos pasados, así como las experiencias de autoorganización son elementos valiosos de la historia de la comunidad que facilitan la capacidad de adaptación a los cambios que en futuro pudieran ocurrir.

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